martes, 25 de julio de 2017

una gran idea

Viernes 21 de julio, una y media de la madrugada, radio sintonizando “HABLAR POR HABLAR” de la cadena SER. Francisco, 78 años (niño de la posguerra), habla desde Jaén, cabeza muy bien amueblada, culo pelado de viajar por el mundo obligado por su etiqueta de emigrante forzado (bando equivocado, necesidad de huir).

Ya os he puesto en antecedentes, pero me falta lo más importante, la idea que lanzó al aire, a las ondas… Había oído que 300 pueblos españoles se estaban muriendo por falta de gente y él emplazaba a las autoridades competentes a traer a todos esos refugiados que están huyendo de la guerra para repoblarlos.

Su idea me emocionó por lo sencilla y lo apasionante a la vez.

Toda esa gente, afinada en campos “de concentración modernos” repoblando pequeños pueblitos españoles, dándoles vida, haciendo que esos viejitos que todavía siguen allí se conviertan otra vez en abuelos de cientos de niños que derrochan amor y cariño por los cuatro costados.

Hombres y mujeres jóvenes, fuertes, deseosos de trabajar, de reformar casas viejas y abandonadas, de volver a reír y sobre todo con ganas de olvidar su pasado y comenzar una nueva vida, donde sea, donde les acojan.

Francisco no dejaba de repetir la misma frase “20 familias en cada pueblo podría ser el renacer de los mismos, ¿por qué no pueden traerlos para que esos pueblos vuelvan a vivir, para que esos habitantes que todavía quedan morándolos (el más joven de uno de ellos rondaba los 60 años) vuelvan a sentir que el pueblo se llena de gente y puedan vivir sus últimos años rodeados del bullicio que recordaban?".

Pues si Francisco, yo misma me iría ahora mismo a un pueblito de esos a #reinventarme, y a reinventar a mi familia.

A quitarle a golpe de aire fresco y naturaleza todo lo que tenemos de urbanitas, esa dependencia a los dispositivos móviles y digitales, esa prisa continua, ese no saber disfrutar de los pequeños momentos.

Ahora mismo me iría yo a un pueblito a disfrutar de la tranquilidad de ver a mis hijos crecer “asilvestrados” corriendo por las calles en bici o patinete, yendo al cole solos o a hacer “los recaos” como me mandaba mi abuela a mí, sin temor.

Ahora mismo, si, a cultivar una huerta, ordeñar una vaca (la de leche que beben los tres cerditos y el lobo, caray), a derrochar creatividad por los cuatro costados y a vivir la vida tranquila de los lugareños.

Y que me impide coger carretera y manta y salir corriendo del sitio donde vivo actualmente… EL MIEDO, si, un miedo atroz a no sé qué, a fracasar, a no saber gestionar bien lo que parece tan fácil y sencillo…

Muchos gurús te animan con frases como “el que no lo intenta no sabe si lo conseguirá” y ¿Qué pasa con el que lo intenta y no llega?

¿Qué pasa si consigo convencer a Mi Santo, los dos dejamos nuestro aburrido pero seguro trabajo y nos liamos la manta a la cabeza para emprender esta idea loca y no sale bien? ¿Qué pasa si saco a mis hijos de su colegio, de sus actividades extra-escolares, de su urbanización cerrada para llevarlos a un sitio en el que solo hay campo y aire fresco y no les gusta?

Y… ¿qué pasa si lo dejo todo cómo está? Lo veis, ese MIEDO a lo desconocido aparece otra vez.


Otra forma de #reinventarme

Besos
Carmencita

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